Matemático, filósofo, criptógrafo y uno de los padres de la informatica. Un día como mañana pero de 1912 venía al mundo en La India
Alan Turing, un científico británico al que debemos gran parte de conceptos como el algoritmo, los modelos computacionales o la definición de inteligencia artificial.
La primera máquina que Turing diseñó no era en realidad un dispositivo, sino un
modelo matemático abstracto que todavía sigue utilizándose hoy en día. La ‘máquina’ de Turing define un
sistema de lectura / escritura que, por resumirlo muy brevemente, define los conceptos computacionales de input, output y de algoritmo.
En los años 20, los alemanes crearon una
máquina de encriptación electromecánica llamada
Enigma. Aquél dispositivo con aspecto de máquina de escribir fue usado ampliamente para hacer ininteligibles sus comunicaciones durante la segunda guerra mundial.
Durante la guerra, Turing fue reclutado para trabajar en el grupo de
Bletchley Park, una institución militar dedicada a intentar averiguar el funcionamiento de las Enigma. Turing fue decisivo en Bletchley ya que, sobre la base de los trabajos del matemático polaco Marian Rejewski, logró descifrar el código de la Enigma y desarrollar una máquina que lo replicaba y traducía, la
Bombe.
El
Bombe replicaba la acción de varias máquinas
Enigma.
Aquella enorme máquina electromecánica replicaba el funcionamiento de las enigma y ayudaba a encontrar las claves correctas desechando las variantes sin sentido. Desde su puesta en servicio en 1940, la Bombe, apodada ‘Victoria’ por los británicos, descifró la friolera de
84.000 mensajes encriptados alemanes al mes.
El logro de Turing fue crucial para que los barcos mercantes y militares aliados lograran
evitar los submarinos U-Boot alemanes que los masacraban en el mediterráneo. El propio Winston Churchill comentaba que los U-Boot eran una de sus mayores preocupaciones y que, si no hubieran podido evitarse, la falta de suministros hubiera matado de hambre a miles de personas en Inglaterra o Francia.
Durante una investigación por robo, Turing reconoció su homosexualidad y fue procesado por ello (en la Inglaterra de la época la homosexualidad era un delito penal). El genio fue obligado a someterse a un tratamiento médico de castración química que arruinó su salud en sus últimos años de vida.
El padre de la computación murió en 1954 tras ingerir una manzana contaminada con cianuro. A día de hoy no se han esclarecido las circunstancias exactas de su muerte y si fué suicidio, asesinato o un mero accidente. Al menos, la historia ha tenido la decencia de reconocer sus numerosos méritos tras su desaparición.